El primer plagio en la historia de la humanidad
RERA CORRAL
/ 05.11.2016 06:08:00
Esta es la historia de un crimen científico… Me refiero a un crimen cometido por un científico contra sus colegas científicos y académico:
R. R.Newton en El crimen de Claudio Tolomeo
Un sueño premonitorio le dijo el lugar exacto donde establecer la ciudad: al norte de Egipto, justo frente a la isla del Faro. Alejandro Magno se dio cuenta que no tenía yeso para señalar el enclave, entonces hizo que le trajeran harina para marcar el círculo fundacional. Aún no terminaba de trazarlo cuando comenzaron a llegar las aves de todas partes a comer la harina esparcida. Al ver lo que ocurría, Alejandro entristeció pensando que se trataba de un mal augurio pero su vidente Aristandro supo interpretar el acontecimiento y pronosticó una ciudad tan rica y próspera que nutriría a todos los hombres de todas las razas y de todas las partes del mundo. Este es el origen de Alejandría.
Alejandría llegó a ser el centro cultural más importante del mundo. Se construyó en ella una biblioteca monumental por la que habría de ser recordada por siempre y para siempre. La legendaria recopilación de documentos vive en la imaginación del mundo civilizado como representación admirable de conocimiento y sabiduría.
En Alejandría residían por igual judíos, cristianos y musulmanes. La mayoría de sus habitantes eran bilingües. Unos hablaban de filosofía o astronomía, otros comerciaban, concertaban o discrepaban, y éstos o aquéllos lo hacían en griego o en egipcio por igual.
Muchos eruditos encontraron en la ciudad neoplatónica un ambiente propicio para desarrollar sus ideas. Por ahí pasó Arquímedes, uno de los más notables científicos y matemáticos de la Antigüedad; Euclides, que desarrolló la geometría; Hiparco, que planteó con sus observaciones la idea geocéntrica del Universo. Aristarco quien, por el contrario, defendió el heliocentrismo; Eratóstenes, que cultivó la geografía y construyó mapas exactos del mundo conocido; Herófilo, quien llegó a concluir que la inteligencia no surgía del corazón sino del cerebro; Galeno, quien escribió tratados de anatomía y del tratamiento de las enfermedades, entre otros muchos.
Una de las más grandes figuras de la biblioteca es sin duda Claudio Tolomeo, el más grande astrónomo en los comienzos de la era común, quien desarrolló el modelo geocéntrico del Universo que sería aceptado como válido por 1400 años. Según esto, el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giran alrededor de la Tierra.
Tolomeo propuso que las estrellas estaban adheridas a una esfera a la que denominó primum mobile. Luego estaban los planetas y otros astros que eran arrastrados por círculos deferentes con centros desplazados para explicar su caprichoso andar.
Tolomeo es el autor del Almagesto, una recopilación grandiosa en 13 tomos donde se describe y se revisa lo hasta entonces conocido del movimiento de los cuerpos en el firmamento. Esta obra es considerada, junto con Los elementos de Euclides, como la de mayor impacto de todos los tiempos.
Fue Tycho Brahe, gran astrónomo renacentista, quien descubrió en el Almagesto un error sistemático en los datos usados por Tolomeo. Las estrellas fijas en la esfera celeste estaban posicionadas con un grado de error en la longitud. Esto revelaba que los datos fueron tomados de los catálogos de Hiparco aun cuando Tolomeo afirmaba que eran el resultado de sus observaciones. De esta manera el resurgimiento del espíritu humano a través del arte y de la ciencia en el siglo XV no solo cuestionó las ideas imperantes, también puso en duda la honestidad de los que habían detentado la verdad por siglos.
Después llegarían otros a revisar el trabajo de Tolomeo. El mismo Pierre Simon Laplace comentaría sobre las irregularidades en el Almagesto. Jean Baptiste Chevalier Delambre lo acusaría una vez más y los defensores de la tradición lucharían una y otra vez por recuperar el prestigio de Claudio Tolomeo.
En fechas más recientes (1977), el historiador norteamericano de la ciencia Robert Russell Newton revisó con detalle el Almagesto para concluir que “Tolomeo ha sido el más exitoso de los fraudes en la historia de la ciencia”. Con su trabajo de historiador no solo mostró que Tolomeo había plagiado los datos de las tablas de Hiparco diciendo que él había obtenido esos resultados, encontró también datos inventados o modificados para hacerlos coincidir con lo que su modelo favorito decía. Colocar a nuestro planeta en el centro del Universo no fue quizá una medición sino solo una invención.
Este debe ser el primer plagio registrado en la historia y a éste lo acompañan, aparentemente, la manipulación y la fabricación de datos con la pretensión de ser medidos por el mismo Tolomeo.
En la historia de los plagios existen otros que reclaman ser los primeros. El poeta Marcial, que vivió entre el 40 y el 102 de nuestra era, parece haber notado que sus poemas eran copiados y recitados por terceros haciéndolos pasar por propios. Se dice que llegó a quejarse por escrito denunciando al ladrón pero no se conoce al plagiario ni sabemos más del caso. El Almagesto, en cambio, fue escrito en el siglo II, probablemente por la misma época, y de su carácter plagiario tenemos mejor evidencia además de toda una historia de consecuencias. Es justo, pues, reclamar para la Ciencia el primer caso de plagio documentado en la historia de la humanidad.
El plagio en otras actividades como el arte es difícil de enmarcar. Ahí la inspiración juega un papel importante y la similitud del resultado puede ser su evocación. Paul Gauguin decía: “El arte es plagio o es revolución”. En las ciencias experimentales, sin embargo, es muy difícil que una medición con diferentes instrumentos y técnicas distintas arroje el mismo número y el mismo error.
Mucho antes de Tolomeo y aun de Hiparco, Esopo escribía fabulas. Una de ellas se refería al mundo de las aves y contaba que cuando Zeus se dispuso a nombrar un rey entre los pájaros los hizo acudir para admirar sus plumajes. La corneja, dándose cuenta de su magra vestimenta, recogió plumas que los otros dejaban caer con displicencia. Con éstas se cubrió el cuerpo para dar una apariencia majestuosa. Cuando Zeus estaba por elegir a la corneja como la más bella entre las aves, las otras, enfurecidas, le arrebataron las plumas que les pertenecían. Entonces la corneja se quedó tal y como la naturaleza la había creado.
El plagio es pereza y pretensión pero quizá antes de eso es admiración. Esto es por lo menos una manera de ver lo que resulta a todas luces reprobable. “El plagio es una forma de halago”, decía el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, que debió pagar más de 50 mil dólares por la publicación, en periódicos españoles, de varios artículos con texto ajeno y firmados por él. A Facundo Cabral le gustaba decir: “Soy repetidor de Whitman, a quien amé hasta el plagio”.
En todo caso y como alguien dijo que decía Leonardo Da Vinci: “Lo que mueve al mundo no son las máquinas sino las ideas, y defenderlas frente al plagio es una batalla necesaria para la sociedad”.
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